#ElPerúQueQueremos

El círculo se sigue trazando y sin cesar

Un problema que aparece nuevamente ante nosotros y que no podemos pretender no ver.

Publicado: 2015-08-27

Apareció, en un sitio web, la foto de un comunicado que había sido pegado en la pared de algún edificio sanisidrino el cual recalcaba que se les prohibía a cualquier miembro del personal de servicio pasar, tomar un descanso o hacer cualquier tipo de actividad en el lobby de mencionado edificio. Es difícil de creer que esto suceda hoy en día pero no totalmente sorprendente pues ha sucedido en el Perú y aquí ya nos hemos acostumbrado a toparnos con situaciones parecidas y seguir nuestro camino. No hemos hecho nada o casi nada significativo para cortar estas prácticas que reflejan que mantenemos aquel espíritu discriminatorio que ha causado daños inmediatos y posteriores en la historia personal de la gran mayoría de peruanos y que ha venido influyendo en nuestra convivencia como sociedad.

Esta falta de compromiso nos tiene atados a la situación en la que nos encontramos ahora y seguro seguiremos así si acaso no se realiza una acción que signifique una desaprobación masiva que no solo venga de la opinión pública sino que, además, venga de aquellos a quienes se les asignado la labor de buscar caminos, legales y sociales, que detengan estas acciones. Con esto no lanzo la pelota a las instituciones dedicadas a tocar este tema delicado sino que también se la paso a cada uno de los treinta millones de peruanos que están envueltos en este caso. Es deber de cada uno mostrar la ridiculez de este comunicado, aun así haya sucedido en un espacio privado pues cada uno sabe lo que esconde este mensaje: un desprecio injustificado a la labor de empleados quienes lidian con el desprecio de la gran mayoría de personas que, sin razón alguna, los sitúan en la posición más baja de una escalera que en realidad no existe. Toda labor honrada no tiene por qué ser posicionada en escala alguna pues gobernar un país o una empresa es tan respetable como el trabajo de aquellos que barren nuestras calles, limpian nuestras casas, aulas y pasillos o los que nos atienden en algún restaurante. A fin de cuentas todos dependemos de todos.

Se necesita acción frente a estos casos, se necesita buscar nuevas maneras de incentivar a las personas a no permitir este tipo de acciones si acaso queremos empezar a curar heridas que se nos vienen heredando y de las cuales nos damos cuenta de su existencia cuando ya se ha hecho mucho daño y hemos venido participando en este círculo vicioso que pronto, espero, encuentre la ruta que rompa con aquella continuidad.


Escrito por

Carlos Oré Arroyo

Simple estudiante de periodismo. Aunque, a decir verdad, el periodismo no se estudia, se vive.


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